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Triduo en honor a San Pedro Chanel

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Vivimos la Pascua de Jesús con S. Pedro Chanel

Primer día: rebajarse para levantarse

Permítanme que me presente: nací el 12 de julio de 1803, hijo de Claudio y Mariana, en una granja llamada La Potière, una aldea de Cuet, un pueblecito de la región de Bresse, a unos 80 km de Lyon. Soy el quinto de ocho hermanos. Me bautizaron como Pedro Luis Maria Chanel. No voy a contarles toda mi biografía, pero puedo decirles que la vida humilde y serena de la familia, con los sacrificios que exigía, me enseñó muy pronto el servicio y la atención a los demás. Después de conocer al Padre Colin e ingresar en los Padres Maristas, me empapé »del espíritu de María» y esto hizo que la sencillez y la humildad fueran las características de mi vida.

Escuchemos la Palabra de Dios: Fil 2:5-11

Tened en vosotros las disposiciones que hay en Cristo Jesús, el cual a pesar de su condición divina, no hizo alarde de su categoría de Dios; al contrario, se despojó de su rango y tomó la condición de esclavo, pasando por uno de tantos. Y así, actuando como un hombre cualquiera, se rebajó hasta someterse incluso a la muerte, y una muerte de cruz. Por eso Dios lo levantó sobre todo y le concedió el »Nombre-sobre-todo-nombre»; de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble en el cielo, en la tierra, en el abismo, y toda lengua proclame: Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre.

Oremos con el Salmo 117

Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia. 
Diga la casa de Israel: eterna es su misericordia. 
Diga la casa de Aarón: eterna es su misericordia. 
Digan los fieles del Señor: eterna es su misericordia. 

En el peligro grité al Señor, y me escuchó, poniéndome a salvo. 
El Señor está conmigo: no temo; ¿qué podrá hacerme el hombre? 
El Señor está conmigo y me auxilia, veré la derrota de mis adversarios. 
Mejor es refugiarse en el Señor que fiarse de los hombres, 
mejor es refugiarse en el Señor que fiarse de los jefes. 

Todos los pueblos me rodeaban, en el nombre del Señor los rechacé; 
me rodeaban cerrando el cerco, en el nombre del Señor los rechacé; 
me rodeaban como avispas, ardiendo como fuego en las zarzas, 
en el nombre del Señor los rechacé. 

Empujaban y empujaban para derribarme, pero el Señor me ayudó; 
el Señor es mi fuerza y mi energía, El es mi salvación. 
Escuchad: hay cantos de victoria en las tiendas de los justos: 
»la diestra del Señor es poderosa, la diestra del Señor es excelsa, 
la diestra del Señor es poderosa». 

No he de morir, viviré para contar las hazañas del Señor. 
Me castigó, me castigó el Señor, pero no me entregó a la muerte. 
Abridme las puertas del triunfo, y entraré para dar gracias al Señor. 
Esta es la puerta del Señor: los vencedores entrarán por ella. 

Te doy gracias porque me escuchaste y fuiste mi salvación. 
La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular. 
Es el Señor quien lo hecho, ha sido un milagro patente. 
Este es el día en que actuó el Señor: sea nuestra alegría y nuestro gozo. 

Señor, danos la salvación; Señor, danos prosperidad. 
Bendito el que viene en nombre del Señor, os bendecimos desde la casa del Señor; 
el Señor es Dios, El nos ilumina. 
Ordenad una procesión con ramos hasta los ángulos del altar. 
Tú eres mi Dios, te doy gracias; Dios mío, yo te ensalzo. 
Dad gracias al Señor porque es bueno porque es eterna su misericordia.

Reina del cielo,
alégrate, aleluya. porque el Señor a quien has merecido llevar aleluya,
ha resucitado según su palabra. aleluya. Ruega al Señor por nosotros, aleluya.
Alégrate y regocíjate, Virgen María, aleluya, Porque ha resucitado el Señor, aleluya.

Oh Dios, que alegraste al mundo resucitando a Jesús, tu Hijo, concédenos, por su Madre, la Virgen María, la felicidad de la vida eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

Rezar: Oh Dios, que por la propagación de tu Iglesia coronaste mártir a san Pedro Chanel, concédenos, en estos días de alegría pascual, celebrar los misterios de la muerte y resurrección de Cristo de tal modo que demos digno testimonio de la novedad de la vida.

Segundo día: Perder para ganar

Yo también he perdido y renunciado a cosas, a condiciones de vida ventajosas o a misiones prestigiosas y gratificantes. La gente decía que tenía grandes cualidades. Los alumnos del internado de Belley me apreciaban y me querían mucho. A pesar de todo, seguí a mi corazón y sus deseos. Un deseo grande y profundo era llevar el anuncio del amor de Dios a personas lejanas que no sabían nada de Jesús y de la Virgen María. Cuando el Padre Colin me propuso partir hacia el nuevo continente, acepté inmediatamente. El deseo que descubrí era tan profundo que la misión en la isla de Futuna se convirtió en la voluntad del Señor.

Escuchemos la Palabra de Dios: Fil. 3:8-14

Hermanos, considero todas las cosas como basuras comparadas con la grandeza del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor. Por él he renunciado a todas estas cosas y las tengo por basura, para ganar a Cristo y ser hallado en él, no teniendo por justicia la que viene de la Ley, sino la que viene de la fe en Cristo, la que viene de Dios, basada en la fe, para conocerle a él, el poder de su resurrección, la participación en sus padecimientos, conformándome a su muerte, con la esperanza de alcanzar la resurrección de entre los muertos. Ciertamente no he llegado a la meta, no he alcanzado la perfección, pero me esfuerzo por conquistarla, porque yo también he sido conquistado por Cristo Jesús. Hermanos, creo que todavía no la he conquistado. Sólo sé esto: olvidando lo que queda atrás y tendiendo la mano hacia lo que tengo delante, corro hacia la meta, hacia el premio que Dios nos llama a recibir allá arriba, en Cristo Jesús.

Oremos con el Salmo 125
Cuando el Señor cambió la suerte de Sión, nos parecía soñar: la boca se nos llenaba de risas, la lengua de cantares.

Hasta los gentiles decían: «El Señor ha estado grande con ellos». El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres.

Que el Señor cambie nuestra suerte, como los torrentes del Negueb.
Los que sembraban con lágrimas, cosechan entre cantares.

Al ir, iba llorando, llevando la semilla; al volver, vuelve cantando,
trayendo sus gavillas.

Reina del cielo, alégrate, aleluya. porque el Señor a quien has merecido llevar aleluya,
ha resucitado según su palabra. aleluya. Ruega al Señor por nosotros, aleluya.
Alégrate y regocíjate, Virgen María, aleluya, Porque ha resucitado el Señor, aleluya.

Oh Dios, que alegraste al mundo resucitando a Jesús, tu Hijo, concédenos, por su Madre, la Virgen María, la felicidad de la vida eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

Rezar: Padre, tú llamaste a san Pedro Chanel a trabajar por tu Iglesia y le diste la corona del martirio. Que nuestra celebración de la muerte y resurrección de Cristo nos haga testigos fieles de la vida nueva que él trae, mientras vive y reina contigo y el Espíritu Santo, un solo Dios, por los siglos de los siglos. Amén.

Tercera día: de perdedores a ganadores

Sí, es cierto: a los ojos de muchos, mis días en la isla de Futuna parecieron un fracaso. No conseguí los notables resultados que los misioneros han logrado en otros contextos. Pasé meses intentando aprender una lengua desconocida y difícil, tan diferente del francés, sin hacer grandes progresos. Tuve que alimentarme y acostumbrarme a un modo de vida que parecía primitivo. Sin poder hacer gran cosa, los primeros días esparcí medallas de la Virgen María por la playa, encomendándole mi misión y la propia isla. Sin embargo, con el paso del tiempo, ¡algo cambió y se abrió paso! Fue la amabilidad, la bondad y el amor de mi persona y del Hermano Nizier lo que caló en los corazones de los miembros más jóvenes de la tribu. Por otro lado, fue la envidia de los ancianos la que les llevó a planear mi muerte. Pero al final, el Señor salió victorioso. Mis labios, con el poco aliento que me quedaba y con las últimas palabras »es bueno para mí», anunciaron esta victoria. Una victoria que, en los años siguientes a mi muerte, se manifestó plenamente en el pueblo de Futuna.

Escuchemos la Palabra de Dios: Romanos 8:35-39

Entonces, ¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿La tribulación, la angustia, la persecución, el hambre, la desnudez, el peligro, la espada?  Como está escrito: Por causa de ti somos muertos todo el tiempo; Somos contados como ovejas de matadero.Pero, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, manifestado en Cristo Jesús Señor nuestro.

Oremos con el Salmo 22
El Señor es mi pastor: nada me falta. * En praderas de hierba fresca me hace descansar.
Me conduce hacia las aguas tranquilas y mi alma reconforta ; * El me  guía por el buen camino por el honor de su nombre.
aunque camine por valles de sombras y de muerte, ningún mal temeré, * porque tú estás conmigo: tu cayado me guía y me tranquiliza. 
Tu preparas una mesa ante mis enemigos; * derramas perfume sobre mi cabeza y  mi copa rebosa.
La gracia y la felicidad me acompañan todos los días de mi vida; *
Habitaré en la casa del Señor todos los días de mi vida.

Reina del cielo, alégrate, aleluya. porque el Señor a quien has merecido llevar aleluya,
ha resucitado según su palabra. aleluya. Ruega al Señor por nosotros, aleluya.
Alégrate y regocíjate, Virgen María, aleluya, Porque ha resucitado el Señor, aleluya.

Oh Dios, que alegraste al mundo resucitando a Jesús, tu Hijo, concédenos, por su Madre, la Virgen María, la felicidad de la vida eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

Rezar: San Pedro Chanel, dejaste tu patria para ir a anunciar a Jesús, el Salvador del mundo, a los pueblos de Oceanía. Guiado por el Espíritu de Dios, fuerza de los mansos, diste testimonio del Amor hasta dar la vida. Que, como tú, vivamos nuestro compromiso cotidiano en la paz, la alegría y la caridad fraterna. Que tu ejemplo nos inspire a ser muchos obreros del Evangelio, para que el Reino de Dios se extienda hasta los confines del mundo. Amén.

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