La protección de los niños y adultos vulnerables

Una dimensión ineludible de nuestro contexto actual como religiosos de la Sociedad de María en la Iglesia es la de la devastación causada a las víctimas de abusos sexuales. Algunos de nuestros hermanos maristas viven en países europeos donde comisiones nacionales independientes han revisado la gestión de los casos por parte de las autoridades eclesiásticas.

Ninguna consideración de nuestra realidad actual puede evitar enfrentarnos a la realidad de lo que han sufrido las víctimas y a la sombra que proyecta sobre nosotros como cuerpo religioso. Sentimos compasión por aquellos de entre nosotros a los que este sufrimiento agobia de distintas maneras.

No podemos avanzar sin escuchar a las víctimas y sin aprender de ellas el impacto que estas acciones tienen en sus vidas. Si no reconocemos su experiencia y evitamos asumir la responsabilidad de nuestros propios errores, perderemos toda credibilidad como religiosos. Aunque tengamos la tentación de evitar asumir toda la verdad de nuestro pasado, eso no sirve a la Iglesia ni a la Sociedad de María.

Proteger a los vulnerables es un ministerio y nuestra misión. A medida que avanzamos, sigue siendo primordial para nosotros »promover una cultura de salvaguardia en nuestras propias casas, en nuestros ministerios, en nuestras instituciones y en todos los lugares en los que trabajamos y en los que estamos…» (CG2017, n.º 40).

La Provincia Europea está agradecida a los laicos y religiosos que asumen la responsabilidad de este ministerio en nuestro nombre. Cada unidad nacional se compromete a seguir las directrices nacionales de salvaguardia de su país en el que estamos presentes.