Algunas vidas hacen ruido; otras cambian el mundo en silencio. Jean-Claude Colin nació en 1790 en St Bonnet-le-Troncy, Francia, en tiempos de la Revolución. Era un chico tímido con una fe fuerte. Le gustaba mucho el silencio en medio del bosque, donde podía encontrar a Dios en la quietud. Cuando su madre falleció, María se convirtió en su dulce madre y guía.
Durante su estancia en el seminario de Lyon, el Padre Jean-Claude Colin oyó un susurro: una llamada a formar parte de la Obra de María. El 23 de julio de 1816, doce jóvenes subieron a la colina de Fourvière
En el tranquilo valle de Cerdon, comenzó a forjar el corazón del espíritu maristaEn el tranquilo valle de Cerdon, comenzó a forjar el corazón del espíritu marista: ocultos y desconocidos, sirviendo sin buscar la gloria; instrumentos de misericordia, llevando compasión donde otros encontraban juicio, viviendo como María, cerca de los necesitados. Su sueño era sencillo pero inmenso: formar buenos cristianos, buenos ciudadanos y buenos profesionales. Creía que todos podían ser maristas, capaces de acoger a los demás como María.
Es como un árbol con muchas ramas: sacerdotes, hermanos, hermanas y laicos. llevan el espíritu de María a los lugares más lejanos.. En sus últimos años en La Neylière, escribió las Constituciones. Fue un trabajo de silencio, oración y entrega.
Para nosotros, la pregunta no es: "¿Quién era Jean-Claude Colin?", sino: "¿Cómo damos vida hoy a su sueño?".
Eduardo Limón Gutiérrez, SM




