El 14 de agosto de 1924, los maristas entraron en Pratola Peligna (Abruzos) para hacerse cargo del santuario y la parroquia de Santa Maria de la Libera. A pesar de la pobreza a la que se enfrentaba la población, los maristas consiguieron revitalizar allí la vida cristiana, tanto de los peregrinos del santuario como de la población local. Hoy, la comunidad se dedica al servicio de la parroquia y el santuario. Un miembro de la comunidad es capellán de la cercana prisión de Sulmona.