En 1825, Jeanne-Marie Chavoin y sus compañeras llegaron a Belley, guiadas por una fe profunda y la fuerza silenciosa de María. A partir de ese momento, las Hermanas Maristas iniciaron un camino de servicio humilde, oculto pero poderoso, arraigado en la compasión y la sencillez.
Hoy damos gracias por 200 años de testimonio fiel, por las vidas derramadas en amor, por las misiones abrazadas en silencio y por el legado perdurable de un modo mariano de estar en el mundo.
La Hna. Teri O’Brien escribe: "El 21 de junio, miembros de la Sociedad de María (Maristas), Padres, Hermanos, Hermanas, Hermanas Misioneras y laicos implicados en las escuelas maristas se reunieron en Lamartine y Bon Repos para celebrar el 200 aniversario de la llegada de los Maristas a Belley a finales de junio de 1825 por invitación del Obispo Devie.
El obispo Pascal Roland bendijo la mesa con una comida festiva y presidió la misa, rodeado de ocho sacerdotes de diversas nacionalidades. Los Hermanos Maristas dirigieron la misa con hermosos himnos. Estuvieron presentes en esta hermosa celebración la Sra. Annie Cluzel, del Ayuntamiento (Cultura y Patrimonio), los Amigos de Belley, varios residentes de la residencia de ancianos Bon Repos, y un grupo de 12 neozelandeses: el Director de Educación Marista de Nueva Zelanda, tres directores de escuela, cuatro jóvenes adultos en formación para trabajar en las escuelas, y su director. Su presencia y sus cantos en maorí fueron muy apreciados. Fueron calurosamente acogidos a lo largo de su peregrinación a los lugares históricos de la Sociedad Marista".
¡Enhorabuena a las Hermanas Maristas! Su presencia sigue bendiciendo a la Iglesia y al mundo.
